Congelar la comida es una práctica muy extendida en la sociedad. Las razones para hacerlo son muy variadas, como el ahorro económico, evitar desperdiciar un rico guiso o la imposibilidad de hacer la compra todos los días.
Esta tendencia es muy útil y recomendable, siempre que se sigan algunos consejos para no echar a perder el alimento. El pescado, por ejemplo, es un producto muy delicado que necesita un cuidado especial. Por este motivo, si vamos a cocinarlo es mejor no descongelarlo para que mantenga toda su textura y sabor. Para prepararlo, se puede cocinar congelado tanto en el horno como en la parrilla, salteado o cocido al vapor.
El peligro que representa la carne es diferente. Muchos deciden descongelarla fuera de la nevera, pero debemos tener en cuenta que este proceso comporta sus riesgos. Las bacterias se reproducen mucho más rápido si están a temperatura ambiente, por lo que resulta muy conveniente cocinar la carne mucho y bien para evitar problemas posteriores a quienes la consumen.
Una buena manera de prepararla es sumergirla en agua fría dentro de su envase original y cambiarla cada vez que se caliente. Otra táctica de descongelarla de manera segura es colocarla dentro del frigorífico y esperar a que esté lista. Una tercera consiste en introducirla en el microondas, aunque en este caso es imprescindible que se cocine de inmediato.
Al igual que sucede con el pescado, las verduras congeladas no se deben descongelar porque su sabor y textura varían de manera significativa. En este caso, la mejor forma de cocinarla es al vapor, siempre y cuando se haga unos pocos minutos antes de consumirlas.
Un factor que debemos tener muy presente cuando trabajamos con alimentos congelados es el hielo. Si vamos a freírlos y no queremos quemarnos o provocar un pequeño incendio en la cocina será muy importante que retiremos la fina capa de hielo que se forma, porque de lo contrario el aceite va a saltar.
Un buen método para hacerlo es raspar su superficie con un cuchillo o lavarlos con agua. Después tan solo es necesario lavar los alimentos con agua para eliminar ese hielo, secarlos con un paño limpio o un papel de cocina y estarán perfectos para llegar a la sartén.
En cuanto a las frutas, también tienen su propia técnica. El truco reside en no descongelarlas con métodos rápidos para que no se queden con una textura acolchada. Lo ideal es hacerlo de manera más tranquila en la nevera, el tiempo que sea necesario. Si tenemos prisa, aunque no es tan recomendable, se pueden descongelar las piezas con agua fría.
Si seguimos estos sencillos consejos, lograremos evitar sorpresas desagradables y garantizaremos que los nuestros comen productos en perfecto estado.