Actualmente existen multitud de alimentos sobre los que nadie duda si se pueden congelar o no y el motivo principal para no hacerlo es que las grandes superficies de alimentación ofrecen directamente esta opción de venta.
Así, el cliente tiene la oportunidad de comprar pescado o marisco en su versión fresca o congelada, verduras, frutas y sobre todo productos procesados o ultraprocesados como las pizzas, tanto en sus versiones frescas como en su versión congelada.
Sin embargo, estos tan solo son algunos ejemplos más típicos y conocidos, por su facilidad para ser adquiridos ya en este estado de congelación en el mismo súper. Pero hay muchos más, menos conocidos, que se pueden congelar y almacenar fácilmente en casa, evitando su deterioro. Y van mucho más allá de carnes, pescados o productos preparados.
Las claras de huevo, cuyo uso en repostería está muy popularizado para poder elaborar merengues, pueden llegar a durar hasta 12 meses en el congelador.
Por otro lado, cabe recordar que se podrán aprovechar mejor si su vuelta al estado descongelado es progresiva, dejándose en la nevera durante toda la noche anterior a su uso, y no descongelándolas de golpe.
Aunque en España es mucho más típico usar aceite de oliva que mantequilla para cocinar, este comestible es muy popular en otros países occidentales. Y sí, también puede congelarse, sobre todo si existe la sospecha de que no se usará durante una larga temporada.
Aunque el embalaje original de la mantequilla puede ser suficiente protección, es más aconsejable usar una bolsa especial para congelador, con el objetivo de evitar que absorba olores de otros alimentos.
Por su parte está el suero de leche, procedente de los derivados lácteos como la mencionada mantequilla o el yogur, y siendo actualmente parte esencial de los conocidos suplementos de proteína en polvo.
Este suero de leche también es susceptible de ser congelado, pudiendo durar hasta tres meses si se usa un recipiente adecuado.
Aunque es más habitual ver pan en barra congelado, el pan de molde también es susceptible de alargar su esperanza de vida siguiendo este mismo concepto, pudiendo aguantar en el congelador hasta tres meses.
El pan en barra, por su parte, aguanta alrededor de un mes.
Las patatas fritas «de bolsa», en corte fino y cuyo consumo en forma de snack atemporal es muy popular en nuestro país, también son susceptibles de acabar en el congelador. De hecho, el frío duplica su fecha de caducidad, y también su contenido crujiente.
De nuevo, hay que tener cuidado con el proceso de vuelta a la normalidad, dejando que se descongelen poco a poco y no de golpe.
Esta fruta con alto contenido en grasa se ha vuelto muy popular en estos últimos años, y su consumo en diferentes formatos no deja de aumentar exponencialmente. De hecho, todo ello ha encarecido su precio, y desperdiciarlo puede llegar a verse como un sacrilegio.
Por ello, en este caso, el congelador también puede ser un gran aliado. La mejor opción es cortar y pelar el aguacate, dejándolo partido por la mitad, para posteriormente congelarlo como también puede hacerse con muchas otras frutas.
El maíz de mazorca es un alimento básico en muchas barbacoas, aunque en algunos países se consume durante todo el año. En Estados Unidos, de hecho, es muy común, aunque no tanto en nuestro entorno.
Pero hay buenas noticias para los amantes del maíz: puede congelarse y aguantar hasta un año. Una vez más, siempre y cuando se haga correctamente, en bolsas especiales para congelar, y almacenándolo inmediatamente tras comprarlo.
Las hierbas y especias suelen ser un elemento común en las casas de los amantes de la jardinería y la cocina, dado que pueden mejorar gratamente el sabor de muchos platos. Albahaca, orégano, perejil, tomillo o menta son solo algunos ejemplos de estas, y todas ellas pueden congelarse.
Un buen método para llevar a cabo dicha congelación es picar las hierbas finamente y colocarlas en bandejas de cubitos de hielo, cubriéndolas con agua o aceite de oliva, y metiendo dichas bandejas directamente al congelador. Posteriormente, cuando dichas bandejas ya se han congelado, es aconsejable resguardarla a su vez dentro de una bolsa para congelar con el objetivo de evitar que las hierbas absorban otros olores.
Los cubitos de hielo pueden ir usándose poco a poco, agregándolos directamente a guisos o sopas.
Por su parte, está el caso de los frutos secos, cuya congelación ayuda a preservar mejor las grasas naturales de los mismos. En este caso, su almacenaje en un recipiente hermético es la opción más adecuada, cubriendo dicho recipiente, a su vez, con una bolsa especial para congelar. Todo este proceso puede ayudar a que los frutos secos aguanten en perfectas condiciones hasta ocho meses.
Así mismo, cabe recordar que los frutos secos pueden aguantar hasta tres meses a temperatura ambiente sin mayores problemas, dada su falta de humedad intrínseca. Pero, por otro lado, el congelador puede ayudar a que aguanten más tiempo si cabe.
Para finalizar, los quesos también son susceptibles de ser congelados, sobre todo en el caso de los quesos curados o quesos «duros«, siendo los frescos un caso más complejo en este ámbito. En este caso, eso sí, cabe tener en cuenta que congelar un queso puede cambiar su textura y sabor, por lo que no es la opción más adecuada si se quiere consumir en crudo.
Congelar queso sería aconsejable en caso de querer usarlo más adelante en diferentes recetas, como ingrediente añadido, pero no como plato principal sin nada más. Y, de nuevo, para su congelación hay que usar los elementos adecuados: cubrirlo con papel film o bien usar bolsas especiales para congelador. Otra opción es rallar el queso o cortarlo en porciones, y congelarlas en una bolsa para congelador. En total, puede aguantar hasta seis meses.
FUENTE: EL ESPAÑOL